Conozco unos
profesores
Por sus niños
medio locos
Y ponen en sus
lecciones
El corazón que no
es poco
En clase
multiplican
La sonrisa y el
afecto
Por eso sus
alumnos
Siempre se
muestran atentos
Son maestros de
base
De auténtica vocación
Con paciencia y
cariño
Que requiere el
niño en cada ocasión
No son doctores de
magisterio
Pero derrochan trabajo
e ingenio
Entre sus textos no
está Cervantes
Pero lo suplen con
cuplés de Cañamaque
A todos esos
maestros
Que a los niños
enseñan los tangos
Dando vida a las
carrozas
Otros ciento
veinticinco años
El que se sienta
corista
Debe darle un
aplauso
Y no mirarse el ombligo
Porque toa esa gente
es la que está sembrando
Pa que en el siglo
presente
Suene por siempre
Resplandeciente
La magia viva
De nuestro tango
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